El ábside abducido
Desde el zoo del Bronx no tiene pérdida, atraviesas el Hudson por el puente de George Washington y verás las indicaciones del parque Fort Tryon, allí mismo tienes el museo.
Rockefeller Jr., primero de los hijos del magnate, en su faceta más filantrópica, quiso dar más a su idea de museo medieval y estilo de vida monástica. Para ello, no bastaba con tener unos cuantos tapices y objetos que mostrarán la vida de la época. ¿Por qué no podría traerse unas cuantas piedras que dieran testimonio verdadero de los estilos arquitectónicos de la época? Un proyecto sobre una colina que contemplaba la creación de un Frankenstein arquitectónico mediante el cual se pudiera dar testimonio a la vida y costumbres del medievo.
Si algo tienen estos magnates debe ser una fuerte determinación y por muy rocambolesca que fuera su idea, no le impediría ponerla en práctica. No fue difícil sacar unos pocos fondos de la Fundación y que demonios, ¡papá estaría orgulloso! Ahora que estaba a tope con el Rockefeller Center, podría ganarse a la opinión pública, donando a la cuidad de NY y al Museo Metropolitano de Arte de un trocito del románico español en el mismo New Jersey.
No sabemos cómo se desarrollaron los acuerdos, ni qué llevó a Charles Collen -arquitecto del proyecto- a fijarse en el ábside de la Iglesia de San Martín en Fuentidueña, pero a finales de la década de los 40 se incluyó en el diseño del museo The Cloisters. La falta de fondos para mantener la iglesia, la poca iniciativa de Patrimonio Nacional por conservarla, el interés de la Fundación Rockefeller y el poderoso don dinero hizo el resto. Las negociaciones entre la iglesia española y departamentos de historia del arte de ambos países llegaron a buen puerto y piedra a piedra se desmontaron los 3.300 bloques que constituían el ábside y este cruzó el charco para llevar a Nueva York una preciosa muestra de nuestros tesoros del medievo.
Tal y como hoy se arrancan los muros que pinta Bansky, la codicia de los marchantes llevó a tentar a la Iglesia con el dólar de la gran manzana y la iglesia sucumbió… No fue el único, ya que hoy, sabemos que multitud de pinturas, frescos y esculturas de nuestro patrimonio acabaron en mansiones y museos de otros países… una pena.
Este fin de semana se celebra en Fuentidueña, Segovia la Semana Cultural de la mano de la Asociación Cultural Amigos de Fuentidueña y desde aquí nos queremos hacer eco -no sin coña- de este hecho que dejó al municipio sin uno de sus monumentos emblemáticos apelando a la conciencia de que el dinero no lo debería poder comprar todo.